08-01-2017, 15:59 PM
(08-01-2017, 14:27 PM)LadyMadonna escribió: Hola!
Se me vino a la cabeza el número 86
Te dejo mis saluditos♡
INDEPENDENCIA El crecimiento de la pareja no se basa en dos medias naranjas que se “necesitan”, sino en dos naranjas enteras que se relacionan, desde su plena singularidad. Ramayat
Existen personas que, en nombre del amor, viven bajo la dependencia de otras sintiendo que porque las aman, las “necesitan”. Por ejemplo, una madre que “no puede dormir” mientras no hable cada noche por teléfono con su hija, un cónyuge que parece “no poder vivir” sintiéndose inútil cuando su pareja no se halla en casa, un amigo que necesita hablar a todas horas con otro sin poder abrirse a otras amistades diversas.
Una cosa es sentir complicidad y pertenencia y otra muy distinta es la que protagonizan personas que, lejos de “quererse mucho” como aparentemente parece, discurren entre apegos de amor y odio con rasgos de inmadurez y patrones de dependencia.
El paradigma de la media naranja por el que uno se auto-proclama como “mitad de otro” al que necesita para ser feliz, no deja de ser un fleco de cuento de hadas que refleja incompletitud y necesidad de que alguien nos “complemente” para desarrollar la vida con ánimo y fuerza. “Lo que no tengo yo, lo tiene ella y lo que no tiene ella, lo tengo yo”.
¿Acaso no es mejor desarrollar aquellas partes de la personalidad que parecen faltar en el reparto? Por ejemplo, si un hermano se muestra ordenado, estudioso, racional, disciplinado y, “casualmente”, el otro es imaginativo, creativo, sentimental, afectivo, es decir, con roles de personalidad opuestos, no significa que cada cual no posea cualidades “del otro lado”, sino que no han tenido ocasión de ser desarrolladas. Sin duda, cuando alcanzamos la independencia vivimos la pareja desde las dos naranjas enteras. Un modelo de relación que expresa libertad y respeto, y que trasciende la manipulación que suele derivarse del patrón de dependencia. Las parejas creadas desde el viejo modelo de mitades ya sea de socios, amigos o cónyuges, se unen desde el rol diferenciador y complementario.
En general, la parte masculina se ocupaba del mundo exterior y la femenina del interior de la casa. El uno se ocupaba de la parte técnica y la otra de la parte afectiva con la consiguiente lista de oposiciones atribuidas a cada hemisferio cerebral. Sin embargo, en la actualidad, el nuevo modelo mental tiende al androginato psíquico por el que ambos roles son ejercidos por los dos miembros del equipo en una danza de alternancias y afinidades. El androginato psíquico es una capacidad y un desarrollo que no niega la polaridad masculina y femenina con la que interactúa una pareja. El androginato es un estado mental que integra tanto la razón y el afecto, como la lógica y la intuición.
En definitiva, se trata de un modelo en el que cada cual reconoce y ejerce la parte masculina y la femenina en una interacción integrada. La independencia es más que una característica psicológica, se trata de un nivel de conciencia desde el que amar y expresar la amplia gama de potencialidades humanas. El nuevo modelo mental de hombres y mujeres no sólo es capaz de relacionarse y empatizar desde polaridades tales como firmeza-flexibilidad, rigor-benevolencia, exterior-interior, racionalidad-afectividad, masculino-femenino..., sino que, además, sustituye el factor necesidad del otro por la elección sostenida y voluntaria de compartir el amor que se siente y el crecimiento integral que de éste se deriva.
Los nuevos habitantes de este planeta no sólo eligen la persona con la que quieren relacionarse, sino también el patrón de relación desde el que desean vivir. Una opción de mayor rango evolutivo que abre posibilidades de respeto e individualidad para cada miembro de la pareja.
Una cosa es sentir complicidad y pertenencia y otra muy distinta es la que protagonizan personas que, lejos de “quererse mucho” como aparentemente parece, discurren entre apegos de amor y odio con rasgos de inmadurez y patrones de dependencia.
El paradigma de la media naranja por el que uno se auto-proclama como “mitad de otro” al que necesita para ser feliz, no deja de ser un fleco de cuento de hadas que refleja incompletitud y necesidad de que alguien nos “complemente” para desarrollar la vida con ánimo y fuerza. “Lo que no tengo yo, lo tiene ella y lo que no tiene ella, lo tengo yo”.
¿Acaso no es mejor desarrollar aquellas partes de la personalidad que parecen faltar en el reparto? Por ejemplo, si un hermano se muestra ordenado, estudioso, racional, disciplinado y, “casualmente”, el otro es imaginativo, creativo, sentimental, afectivo, es decir, con roles de personalidad opuestos, no significa que cada cual no posea cualidades “del otro lado”, sino que no han tenido ocasión de ser desarrolladas. Sin duda, cuando alcanzamos la independencia vivimos la pareja desde las dos naranjas enteras. Un modelo de relación que expresa libertad y respeto, y que trasciende la manipulación que suele derivarse del patrón de dependencia. Las parejas creadas desde el viejo modelo de mitades ya sea de socios, amigos o cónyuges, se unen desde el rol diferenciador y complementario.
En general, la parte masculina se ocupaba del mundo exterior y la femenina del interior de la casa. El uno se ocupaba de la parte técnica y la otra de la parte afectiva con la consiguiente lista de oposiciones atribuidas a cada hemisferio cerebral. Sin embargo, en la actualidad, el nuevo modelo mental tiende al androginato psíquico por el que ambos roles son ejercidos por los dos miembros del equipo en una danza de alternancias y afinidades. El androginato psíquico es una capacidad y un desarrollo que no niega la polaridad masculina y femenina con la que interactúa una pareja. El androginato es un estado mental que integra tanto la razón y el afecto, como la lógica y la intuición.
En definitiva, se trata de un modelo en el que cada cual reconoce y ejerce la parte masculina y la femenina en una interacción integrada. La independencia es más que una característica psicológica, se trata de un nivel de conciencia desde el que amar y expresar la amplia gama de potencialidades humanas. El nuevo modelo mental de hombres y mujeres no sólo es capaz de relacionarse y empatizar desde polaridades tales como firmeza-flexibilidad, rigor-benevolencia, exterior-interior, racionalidad-afectividad, masculino-femenino..., sino que, además, sustituye el factor necesidad del otro por la elección sostenida y voluntaria de compartir el amor que se siente y el crecimiento integral que de éste se deriva.
Los nuevos habitantes de este planeta no sólo eligen la persona con la que quieren relacionarse, sino también el patrón de relación desde el que desean vivir. Una opción de mayor rango evolutivo que abre posibilidades de respeto e individualidad para cada miembro de la pareja.