El útero de la mujer, nuestro centro de poder creador, se asemeja a una cabra. Así nos demonizaron: Mujer conectada a la naturaleza y con conocimiento de sus ciclos = bruja.
Todas somos Brujas, tú y yo, todas. Pero venimos de una historia que ha demonizado tanto la imagen de la mujer, que sabe de la mujer que sana, de la mujer que se conoce y guía a su familia o su tribu en una forma de vivir más conectada a la tierra, más real, que sentimos miedo.
La negamos, nos la negamos, y negándola la arrinconamos en un lugar en el que no la vemos, no la sentimos, no la escuchamos.
Y así, vamos andando la vida desde la razón… pero sin el Poder, sin la sabiduría que ella tiene.
Escarbar en nuestro subconsciente, recuperar tradiciones y rituales de nuestras abuelas de la Vieja Europa (y posteriores), volver a sentir nuestra intuición, reconocer las emociones y no censurarlas, sentir que todas somos mujeres-medicina, ¡volver a serlo! Es la misión de nuestra Bruja Interior.