La Armadura de Cancer
Cáncer es sólido, seguro, firme, reacio al cambio.
Su armadura es igualmente resistente, invariable, casi indestructible. Ajeno a lo
que sucede fuera, esta armadura permite al nativo concentrarse en lo que está viviendo dentro. Lo más importante es lo que está sucediendo en su interior. Esta armadura le protege del entorno, de lo exterior, de los acontecimientos que sucedan más allá de su piel.
Esta armadura es como su casa. ¿Quien renunciaría a vivir fuera de su casa?.
Cáncer es firme y su armadura así lo manifiesta: sólida como una roca. Tan fiable
como la subida de las mareas del océano y tan rígida como las estructuras del pasado a las que se aferra.
La armadura contiene la tradición, las enseñanzas, los dogmas, las filosofías y
religiones desde las cuales se ha desarrollado la civilización a la que pertenece el nativo.
Todo lo aprendido y heredado ha formado un gran muro alrededor de él, donde se siente seguro y a la vez se defiende. Por ello, Cáncer es sinónimo de seguridad, porque su pasado le respalda. Se siente asentado en su tradición.
La armadura es una energía que funciona en bloque y en este caso contiene el peso
del pasado. A veces se manifiesta en forma de culpas y responsabilidades, otras en
deberes y obligaciones. Rara vez el pasado transmite al nativo grados de libertad y de
ligereza. Más bien se transforma en arraigos, en obligaciones y en deberes familiares
para con la tradición y los ancestros. Dar luz a la armadura de Cáncer significa
interpretar correctamente las enseñanzas de los antiguos. Implica asumir de ellas lo
mejor, lo más digno, lo más elevado. Implica depurar de las mismas todo rastro de
restricciones, culpas, cargas y pesos transmitidos de generación en generación. Recoger de nuestro pasado lo mejor, lo más digno, lo que más nos libere, forma parte del proceso de la sanación familiar. El objetivo es la liberación de nuestro árbol genealógico y la transformación de los patrones más antiguos, aquellos que vienen implantados en nuestro ADN.
Cuando Cáncer se enfrenta a disolver su armadura significa que está dispuesto a
avanzar en territorios desconocidos y eliminar gran parte de su pasado. El reconocimiento y el discernimiento son elementos aquí muy importantes para que el nativo se libere.
Comprender de dónde venimos y, sobre todo, estudiar los entornos y las circunstancias que dieron pie, de manera obligada, a los comportamientos de nuestros ancestros, nos liberará para adoptar hoy actitudes y modelos de respuesta diferentes.
Cáncer ha de sobreponerse a su pasado, entendiendo y aceptando que fue
necesario, en su momento, pero posiblemente ya no lo sea.
La liberación de cargas es un proceso sanador para Cáncer. Asumir hoy nuevos
grados de libertad forma parte de su proceso. Erguirse, levantarse, enderezarse, volver
digna su existencia, pese a que exista tal vez una raíz oculta u oscura en su pasado. Todo forma parte del camino.
La Armadura de Leo
Decíamos que Leo se manifestaba a menudo con cierto grado de arrogancia y
orgullo.
Cuando se encuentra en sombra denota una mirada a menudo altiva, que observa a
los demás por encima del hombro.
Sus distintas corazas le defendían de todos los ángulos y desde todos los puntos
de vista. El Leo inquieto, y aún un tanto altivo, se consideraba capaz defenderse de
cualquier ataque, de lanzarse incluso a la conquista, de presentarse arrogante en
cualquier reunión, porque sabía y era conocedor de su poder. Su presencia bastaba para hacer acallar al resto, o a casi todos.
Su armadura defensiva siempre ha sido atacar; mostrar orgulloso sus dones y
capacidades; sacar pecho y relucir sus corazas; llamar la atención; resaltar sus
cualidades.
La armadura de Leo se empieza a disolver cuando se encuentra con dificultades
que no puede solucionar, cuando trata de abordarlas y no puede resolverlas. Cuando pese a que realiza sus mayores esfuerzos, no obtenga resultados. Entonces Leo se frustra y pasa, de poder ejercer un cierto grado de dominación, a emplear un cierto grado de anulación, sobre si mismo. La frustración por los resultados no obtenidos, puede conducir a Leo a negarse a si mismo en toda su totalidad; esto es, a anularse. Entonces desaparece, como tragado por unas aguas subterráneas, representativas de todas las emociones que
no pudo, ni supo, digerir. Entonces el Leo arrogante y orgulloso debe hincar su rodilla
sobre la tierra, y reconocer que no pudo, que fue incapaz, que no llegó, que no alcanzó; ésto es, no triunfó, no salió victorioso. Ello impacta en el ego de Leo, hasta que digiera estas situaciones; lo cual puede tardar años.
La armadura de Leo, en su conjunto, está muy bien plantada. Para hacer entrar al
Leo en crisis, son necesarias situaciones desbordantes e incluso experiencias de las
cuales el nativo no pueda escaparse o desapegarse. Si la situación que vive es realmente cercana, íntima, y además no es capaz de solucionarla, su armadura completa empezará a temblar, a disolverse. El nativo reconocerá que sus múltiples facetas, sus múltiples dones, sus diferentes posibilidades de abordar una misma situación, no le conducen a resolverla; de nuevo, aparecerá un mayor grado de frustración. Si el nativo vuelve al círculo vicioso, volverá a la negación de sí mismo, y vuelta a empezar.
Este círculo vicioso se resuelve cuando Leo se rompe a si mismo, deja de verse
como el centro de la posible solución y empieza a pedir ayuda. Buscan colaboraciones de terceras personas y aceptará que él no puede solucionarlo todo. Un día la armadura se resquebrajará por si misma y Leo reconocerá su “debilidad”. Nunca quiso hacerlo, nunca quiso verse así, sin valores, sin potenciales soluciones, sin capacidades. Él, que siempre brilló, se pregunta ¿cómo iba a reconocerse a sí mismo débil?. Lo consideró siempre imposible. Pero Leo tiene sus límites y cuando los alcanza, su armadura comienza a pesarle demasiado. Ya no le sirve, ya no le es útil, sus capacidades no sirven. Entonces, ¿quién es él?, ¿hasta dónde puede llegar?, ¿cuáles son sus verdaderas responsabilidades y deberes?.
Reconociéndose débil, limitado, esta armadura empieza a romperse. Así, Leo
buscará colaboraciones y se concentra en hacer equipo. Encontró sus límites y ahora vive más desapegado del esfuerzo y de la lucha individualista. Promueve ideas más grupales y asume que no está solo en el universo.
Pero para todo ello, leo debió de reconocer sus límites y sus puntos débiles.
La Armadura de Virgo
Virgo es experto en el control, el detallismo, la manipulación de los pequeños
objetos. Entra y sale por doquier a su antojo. Hereda cierto carácter del individualismo
de su signo anterior, Leo.
Por ello, Virgo aún se experimenta como una persona separada del resto; vive en su
mundo, lo controla, lo define, lo estructura. Impone sus reglas, sus métodos y sus
limitaciones y juega con todos los recursos disponibles a su alrededor. Diseña muy bien estrategias y le gusta disponer de todo lo que tiene cerca para elaborar su vida. Una de las desviaciones de este signo es que considera que todo lo que tiene alrededor suyo, le pertenece. Por eso se manifiesta, a veces, como un dominador, entrando en la exigencia.
Entonces se caracteriza por querer dominar la vida a los demás y por imponer sus puntos de vista y sus reglas a quienes le rodean. No encontró los límites y sus brazos y sus manos se extienden mucho más allá de lo que deberían.
Su característica principal en sombra es la manera que tiene de controlar y
dominar la vida y los recursos de los demás.
Cuando estos nativos pierden el sentido de referencia de sus propias vidas,
entonces entran con facilidad en las vidas de los demás, y ello augura su futura crisis.
Cuando los demás le rechazan, dejan de aceptarles, eluden sus reglas y se escapan
de las imposiciones que éstos nativos imponen, entonces viene la ruptura interior.
Antes o después comprenderá que se olvidó de si mismo, que no comprendió sus
propios límites, que se extendió, se expandió mucho, más allá del territorio que le fue
otorgado.
Virgo entonces no suele saber reaccionar; tarda mucho tiempo en adaptarse; pasa
el tiempo hasta que es capaz de aceptar la realidad. Se opone, se rebela, se ofusca, se
enfada por todo aquello que los demás le han hecho. Se siente enormemente herido,
considera que se han vulnerado sus derechos, que le han quitado lo que es suyo y suele volverse agresivo, sobre todo, verbalmente. La pregunta para Virgo es:
- ¿Supo encontrar su sitio?
- ¿Reconocerá que invadió el espacio de los demás?
- ¿Reconocerá que usó para sus fines propios los recursos de otros?
Virgo debe afrontar numerosas verdades sobre sus límites, sus imposiciones, sus
dogmas:
- ¿ Cómo volcó todo ello sobre otros, en lugar de aplicarse así mismo disciplina y
mesura?.
Las correcciones de Virgo suelen ser muy fuertes, ya que estos nativos rara vez
adquieren el don de la reflexión sobre esos límites. Suelen preferir trasladar sus
responsabilidades a los demás. Consideran rápidamente que otros tienen la obligación de servirles, en lugar de ser ellos los que adopten esa actitud de entrega. Por ello, los
conflictos son tan usuales, tan numerosos, tan cotidianos para estos nativos; hasta que
encuentran su lugar, hasta que reconocen su sitio.
A Virgo le cuesta normalmente reconocer su propia realidad y por ello atrae a su
vida fuertes correcciones.
Su realidad en Luz es de cercanía, pero sin imposición; de colaboración pero sin
dogmatismos; de servicio, pero sin recompensas.
Virgo en sombra quiere algo a cambio, mientras que Virgo en luz se caracteriza por
su generosidad y su entrega. En medio de estas dos fuerzas, el nativo irá reconociendo
qué actitudes cotidianas mantiene y cuáles son sus resultados.
La armadura de Virgo está llena de exigencias, tiempos marcados, distribución de
responsabilidades y funciones. Con toda esa armadura se dirige hacia los demás y por eso suele chocar con tanta facilidad.
Cuando Virgo empieza a disolver todo ello, se encuentra que fluye con más
facilidad, acepta mejor a los demás, se acerca sin imponer nada, ni en el tiempo ni en la forma. Asume entonces sus nuevas responsabilidades para consigo mismo, gestiona mejor su vida, ordena mejor sus espacios; se centra en adquirir nuevas habilidades y
capacidades.
Ahora ya dispone de más tiempo y más espacio para sí mismo. Deja de luchar,
abandona el enfrentamiento, el juicio y la crítica. Corrige su propia existencia y el tiempo que le queda lo dedica al servicio y al cuidado de otros.
Aprende mucho de las relaciones humanas y elimina las distancias y las diferencias
que le separaban del resto de personas.
La humildad y la aceptación disuelven gran parte de la armadura de Virgo, la cual
contenía, sobre todo, un juicio extremo, así como el derecho sobre la vida de los demás.
Entonces, al liberarlos, se libera a sí mismo. Aprende, evoluciona y progresa
adecuadamente, abandonando circunstancias y situaciones en su vida que se repetían
constantemente, sin fruto, ni resultado evolutivo alguno.
Al desprenderse de su armadura, ya no desea nada de nadie. Tan sólo se acerca a
quienes le rodean manteniendo una actitud de servicio, pacífica y conciliadora. El nativo se sanó.
Cáncer es sólido, seguro, firme, reacio al cambio.
Su armadura es igualmente resistente, invariable, casi indestructible. Ajeno a lo
que sucede fuera, esta armadura permite al nativo concentrarse en lo que está viviendo dentro. Lo más importante es lo que está sucediendo en su interior. Esta armadura le protege del entorno, de lo exterior, de los acontecimientos que sucedan más allá de su piel.
Esta armadura es como su casa. ¿Quien renunciaría a vivir fuera de su casa?.
Cáncer es firme y su armadura así lo manifiesta: sólida como una roca. Tan fiable
como la subida de las mareas del océano y tan rígida como las estructuras del pasado a las que se aferra.
La armadura contiene la tradición, las enseñanzas, los dogmas, las filosofías y
religiones desde las cuales se ha desarrollado la civilización a la que pertenece el nativo.
Todo lo aprendido y heredado ha formado un gran muro alrededor de él, donde se siente seguro y a la vez se defiende. Por ello, Cáncer es sinónimo de seguridad, porque su pasado le respalda. Se siente asentado en su tradición.
La armadura es una energía que funciona en bloque y en este caso contiene el peso
del pasado. A veces se manifiesta en forma de culpas y responsabilidades, otras en
deberes y obligaciones. Rara vez el pasado transmite al nativo grados de libertad y de
ligereza. Más bien se transforma en arraigos, en obligaciones y en deberes familiares
para con la tradición y los ancestros. Dar luz a la armadura de Cáncer significa
interpretar correctamente las enseñanzas de los antiguos. Implica asumir de ellas lo
mejor, lo más digno, lo más elevado. Implica depurar de las mismas todo rastro de
restricciones, culpas, cargas y pesos transmitidos de generación en generación. Recoger de nuestro pasado lo mejor, lo más digno, lo que más nos libere, forma parte del proceso de la sanación familiar. El objetivo es la liberación de nuestro árbol genealógico y la transformación de los patrones más antiguos, aquellos que vienen implantados en nuestro ADN.
Cuando Cáncer se enfrenta a disolver su armadura significa que está dispuesto a
avanzar en territorios desconocidos y eliminar gran parte de su pasado. El reconocimiento y el discernimiento son elementos aquí muy importantes para que el nativo se libere.
Comprender de dónde venimos y, sobre todo, estudiar los entornos y las circunstancias que dieron pie, de manera obligada, a los comportamientos de nuestros ancestros, nos liberará para adoptar hoy actitudes y modelos de respuesta diferentes.
Cáncer ha de sobreponerse a su pasado, entendiendo y aceptando que fue
necesario, en su momento, pero posiblemente ya no lo sea.
La liberación de cargas es un proceso sanador para Cáncer. Asumir hoy nuevos
grados de libertad forma parte de su proceso. Erguirse, levantarse, enderezarse, volver
digna su existencia, pese a que exista tal vez una raíz oculta u oscura en su pasado. Todo forma parte del camino.
La Armadura de Leo
Decíamos que Leo se manifestaba a menudo con cierto grado de arrogancia y
orgullo.
Cuando se encuentra en sombra denota una mirada a menudo altiva, que observa a
los demás por encima del hombro.
Sus distintas corazas le defendían de todos los ángulos y desde todos los puntos
de vista. El Leo inquieto, y aún un tanto altivo, se consideraba capaz defenderse de
cualquier ataque, de lanzarse incluso a la conquista, de presentarse arrogante en
cualquier reunión, porque sabía y era conocedor de su poder. Su presencia bastaba para hacer acallar al resto, o a casi todos.
Su armadura defensiva siempre ha sido atacar; mostrar orgulloso sus dones y
capacidades; sacar pecho y relucir sus corazas; llamar la atención; resaltar sus
cualidades.
La armadura de Leo se empieza a disolver cuando se encuentra con dificultades
que no puede solucionar, cuando trata de abordarlas y no puede resolverlas. Cuando pese a que realiza sus mayores esfuerzos, no obtenga resultados. Entonces Leo se frustra y pasa, de poder ejercer un cierto grado de dominación, a emplear un cierto grado de anulación, sobre si mismo. La frustración por los resultados no obtenidos, puede conducir a Leo a negarse a si mismo en toda su totalidad; esto es, a anularse. Entonces desaparece, como tragado por unas aguas subterráneas, representativas de todas las emociones que
no pudo, ni supo, digerir. Entonces el Leo arrogante y orgulloso debe hincar su rodilla
sobre la tierra, y reconocer que no pudo, que fue incapaz, que no llegó, que no alcanzó; ésto es, no triunfó, no salió victorioso. Ello impacta en el ego de Leo, hasta que digiera estas situaciones; lo cual puede tardar años.
La armadura de Leo, en su conjunto, está muy bien plantada. Para hacer entrar al
Leo en crisis, son necesarias situaciones desbordantes e incluso experiencias de las
cuales el nativo no pueda escaparse o desapegarse. Si la situación que vive es realmente cercana, íntima, y además no es capaz de solucionarla, su armadura completa empezará a temblar, a disolverse. El nativo reconocerá que sus múltiples facetas, sus múltiples dones, sus diferentes posibilidades de abordar una misma situación, no le conducen a resolverla; de nuevo, aparecerá un mayor grado de frustración. Si el nativo vuelve al círculo vicioso, volverá a la negación de sí mismo, y vuelta a empezar.
Este círculo vicioso se resuelve cuando Leo se rompe a si mismo, deja de verse
como el centro de la posible solución y empieza a pedir ayuda. Buscan colaboraciones de terceras personas y aceptará que él no puede solucionarlo todo. Un día la armadura se resquebrajará por si misma y Leo reconocerá su “debilidad”. Nunca quiso hacerlo, nunca quiso verse así, sin valores, sin potenciales soluciones, sin capacidades. Él, que siempre brilló, se pregunta ¿cómo iba a reconocerse a sí mismo débil?. Lo consideró siempre imposible. Pero Leo tiene sus límites y cuando los alcanza, su armadura comienza a pesarle demasiado. Ya no le sirve, ya no le es útil, sus capacidades no sirven. Entonces, ¿quién es él?, ¿hasta dónde puede llegar?, ¿cuáles son sus verdaderas responsabilidades y deberes?.
Reconociéndose débil, limitado, esta armadura empieza a romperse. Así, Leo
buscará colaboraciones y se concentra en hacer equipo. Encontró sus límites y ahora vive más desapegado del esfuerzo y de la lucha individualista. Promueve ideas más grupales y asume que no está solo en el universo.
Pero para todo ello, leo debió de reconocer sus límites y sus puntos débiles.
La Armadura de Virgo
Virgo es experto en el control, el detallismo, la manipulación de los pequeños
objetos. Entra y sale por doquier a su antojo. Hereda cierto carácter del individualismo
de su signo anterior, Leo.
Por ello, Virgo aún se experimenta como una persona separada del resto; vive en su
mundo, lo controla, lo define, lo estructura. Impone sus reglas, sus métodos y sus
limitaciones y juega con todos los recursos disponibles a su alrededor. Diseña muy bien estrategias y le gusta disponer de todo lo que tiene cerca para elaborar su vida. Una de las desviaciones de este signo es que considera que todo lo que tiene alrededor suyo, le pertenece. Por eso se manifiesta, a veces, como un dominador, entrando en la exigencia.
Entonces se caracteriza por querer dominar la vida a los demás y por imponer sus puntos de vista y sus reglas a quienes le rodean. No encontró los límites y sus brazos y sus manos se extienden mucho más allá de lo que deberían.
Su característica principal en sombra es la manera que tiene de controlar y
dominar la vida y los recursos de los demás.
Cuando estos nativos pierden el sentido de referencia de sus propias vidas,
entonces entran con facilidad en las vidas de los demás, y ello augura su futura crisis.
Cuando los demás le rechazan, dejan de aceptarles, eluden sus reglas y se escapan
de las imposiciones que éstos nativos imponen, entonces viene la ruptura interior.
Antes o después comprenderá que se olvidó de si mismo, que no comprendió sus
propios límites, que se extendió, se expandió mucho, más allá del territorio que le fue
otorgado.
Virgo entonces no suele saber reaccionar; tarda mucho tiempo en adaptarse; pasa
el tiempo hasta que es capaz de aceptar la realidad. Se opone, se rebela, se ofusca, se
enfada por todo aquello que los demás le han hecho. Se siente enormemente herido,
considera que se han vulnerado sus derechos, que le han quitado lo que es suyo y suele volverse agresivo, sobre todo, verbalmente. La pregunta para Virgo es:
- ¿Supo encontrar su sitio?
- ¿Reconocerá que invadió el espacio de los demás?
- ¿Reconocerá que usó para sus fines propios los recursos de otros?
Virgo debe afrontar numerosas verdades sobre sus límites, sus imposiciones, sus
dogmas:
- ¿ Cómo volcó todo ello sobre otros, en lugar de aplicarse así mismo disciplina y
mesura?.
Las correcciones de Virgo suelen ser muy fuertes, ya que estos nativos rara vez
adquieren el don de la reflexión sobre esos límites. Suelen preferir trasladar sus
responsabilidades a los demás. Consideran rápidamente que otros tienen la obligación de servirles, en lugar de ser ellos los que adopten esa actitud de entrega. Por ello, los
conflictos son tan usuales, tan numerosos, tan cotidianos para estos nativos; hasta que
encuentran su lugar, hasta que reconocen su sitio.
A Virgo le cuesta normalmente reconocer su propia realidad y por ello atrae a su
vida fuertes correcciones.
Su realidad en Luz es de cercanía, pero sin imposición; de colaboración pero sin
dogmatismos; de servicio, pero sin recompensas.
Virgo en sombra quiere algo a cambio, mientras que Virgo en luz se caracteriza por
su generosidad y su entrega. En medio de estas dos fuerzas, el nativo irá reconociendo
qué actitudes cotidianas mantiene y cuáles son sus resultados.
La armadura de Virgo está llena de exigencias, tiempos marcados, distribución de
responsabilidades y funciones. Con toda esa armadura se dirige hacia los demás y por eso suele chocar con tanta facilidad.
Cuando Virgo empieza a disolver todo ello, se encuentra que fluye con más
facilidad, acepta mejor a los demás, se acerca sin imponer nada, ni en el tiempo ni en la forma. Asume entonces sus nuevas responsabilidades para consigo mismo, gestiona mejor su vida, ordena mejor sus espacios; se centra en adquirir nuevas habilidades y
capacidades.
Ahora ya dispone de más tiempo y más espacio para sí mismo. Deja de luchar,
abandona el enfrentamiento, el juicio y la crítica. Corrige su propia existencia y el tiempo que le queda lo dedica al servicio y al cuidado de otros.
Aprende mucho de las relaciones humanas y elimina las distancias y las diferencias
que le separaban del resto de personas.
La humildad y la aceptación disuelven gran parte de la armadura de Virgo, la cual
contenía, sobre todo, un juicio extremo, así como el derecho sobre la vida de los demás.
Entonces, al liberarlos, se libera a sí mismo. Aprende, evoluciona y progresa
adecuadamente, abandonando circunstancias y situaciones en su vida que se repetían
constantemente, sin fruto, ni resultado evolutivo alguno.
Al desprenderse de su armadura, ya no desea nada de nadie. Tan sólo se acerca a
quienes le rodean manteniendo una actitud de servicio, pacífica y conciliadora. El nativo se sanó.